jueves, 29 de septiembre de 2011

¿Y si las administraciones leyeran ambitotoros y nos echaran cuenta?

Reproducimos algún parrafo del artículo publicado en ambitotoros hace seis meses sobre el asunto de la trazabilidad por su ínteres, ahora que, según informa Sevilla Taurina, alguién parece habernos hecho caso
Y es que los tiempos avanzan que es una barbaridad, decía mi abuela.

Zalduendo, despitorrado en Bilbao, lidiado en Sevilla. Foto ST

¿Cual es la solución? un sistema de trazabilidad que permita conocer a cualquiera de los interesados, empezando por el consumidor final, el paganini en las taquillas, la historia vital del cuatreño que se anuncia en determinado festejo.



Estamos hartos de ver asuntos parecidos en los corrales de las plazas de primera, de segunda y de tercera. ¿Asuntos parecidos? Me explico, toros desmochados, sin presencia, con extrañas oscilaciones de báscula, enfermos, con alfilerinas puntas de imposible rusticidad, amén de toros sacados de tipo, imposibles ejemplares dentro de su encaste…
Toda manipulación del toro bravo puede ser interpretado como fraude, o todo puede ser explicado y entendido. Por ejemplo, y siguiendo con el ejemplo de inicio, un toro tras cuatro años y cinco primaveras en el campo, uno o más transportes, estancia en corrales de diversa índole, puede haber sufrido daños en un pitón, el pitón se puede arreglar, pero el matador, el aficionado, el empresario debe saber como, cuando y porque se han tocado las astas del toro. Si un profesional no consiente ponerse delante de un toro al que no le han quitado el "veneno" el ganadero, el consumidor, sus compañeros deben ser conscientes.S i un toro ha sido sedado para ser transportado es crucial que sea conocido por todos los afectados...

Si pretendemos implantar este proceso de forma útil y operativa dentro de un sector tan especial como el del ganado bravo, la trazabilidad requiere el compromiso formal y moral y la adhesión de todos los agentes que intervienen en dicho sector, conllevando cambios en la actitud y los hábitos de manejo de los operadores.

Estos esfuerzos adicionales se verían recompensados con una progresiva mayor credibilidad y confianza, aumentando la imagen de la fiesta brava entre los aficionados y el respeto de la sociedad en general.
Si un ganadero, su mayoral y su veterinario plasman por escrito que tratamientos desparisitarios, alimentación,vacunas, nacimiento, momento de destete, fincas en que ha pastado, momento del enfundado y desnfundado, fotografías del toro y sus pitones, heridas, daños en las astas, evolución en volumen y peso, visitas de veedores, estado en que se embarca el toro y el transportista recoge el testigo e informa de la condiciones en que se realiza el trasporte, la temperatura y las horas del mismo, el empresario retoma el documento en los corrales de la plaza y plasma su trato, su enchiqueramiento, los posibles daños, heridas etc, desde el desembarque. Cuando el toro salga por la puerta de chiqueros el espectador tendrá la seguridad de disfrutar de un animal bravo en plenitud y la conciencia de que las manipulaciones que haya sufrido han sido las mínimas necesarias para respetar la integridad de un espectáculo que tanto la requiere.
Sería necesario dotarnos de una organización capacitada para la gestión y seguimiento de dicha trazabilidad, Igualmente debe generarse una reglamentación de índole nacional que recoja las reglas generales de la trazabilidad del toro de lidia con las obligaciones de los distintos agentes que intervienen y las posibles sanciones en caso de fallo o mal funcionamiento en la gestión de dicha trazabilidad del toro bravo.
Un paso más que se hace necesario en una fiesta brava que requiere indefectiblemente mejorar su imagen, la credibilidad frente al aficionado (consumidor-cliente) y el respeto de una sociedad que nos mira con recelo. No es más que un afán por modernizar los marcados a fuego, los guarismos, los cuadernos de campo, las reatas y el prestigio del ganadero de bravo

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