lunes, 15 de febrero de 2010

Dos novilladas en La merced. Año 1985

LA AGRADABLE SORPRESA DE DOMINGO VALDERRAMA (29-Junio-1985)

En la festividad de San Pedro, la empresa organizó una novillada de promoción, con la presencia de dos jóvenes onubenses en el cartel. Sin embargo, una vez más, los aficionados dieron la espalda al festejo y, a la hora de su celebración, escasa presencia en los tendidos, especialmente de seguidores de los diestros locales.

Para el espectáculo se eligieron erales del hierro empresarial, a nombre de Clotilde López Domínguez e hijas, que, en general, fueron bravos y nobles, permitiendo el lucimiento a los actuantes, aunque, por diversas circunstancias, no todos ellos fueron capaces de alcanzar el triunfo.

Abrió plaza el lusitano Joaquín Verísimo que demostró tener una buena monta y estar muy acertado con los rejones de castigo, creciéndose en las banderillas para acabar al segundo intento, por lo que fue muy ovacionado. En este novillo actuaron los forçados de Serpa que, entre las delicias del público, llevaron a cabo con mucha facilidad dos pegas, por lo que también se ganaron los aplausos de los tendidos.

María Jiménez se encontró con un excelente novillo, bravo y noble, que supo aprovechar, especialmente por el pitón izquierdo para construir un trasteo que fue muy ovacionado y jaleado por el respetable. Pese a fallar con la espada, el público le concedió una oreja con la que paseó el anillo entre grandes aclamaciones y la alegría de la torera.

No tuvo fortuna con su oponente Antonio Manuel Punta por cuanto el eral, además de mansear, tuvo escasez de fuerzas. Pese a ello, el de Gerena puso de manifiesto su buen gusto con el capote y muleta, pero los fallos a espada le privaron de alcanzar un éxito mayor en esta ocasión, pero dejó entre los aficionados un buen sabor de boca.

Quien sí estuvo más afortunado fue Domingo Valderrama que enardeció a los espectadores con sus maneras de utilizar la capa y la muleta dejando muestras de su sabiduría, buen gusto y hondura de su toreo, que cautivó a todos. Lástima que no acertase con los aceros y lo que pudo haber sido un triunfo muy importante se quedó tan sólo en un apéndice, pero las maneras de torear del imberbe torero quedaron grabadas en las retinas de los espectadores.

Las ganas que habían llevado a Sergio González a pedir esta oportunidad de torear se vieron materializadas durante su actuación, donde destacó su valentía y su buen quehacer, aunque, lógicamente, la falta de uso de las espadas le condujesen a perder los trofeos ganados. Aún así supo ganarse el afecto de los espectadores que le aplaudieron con ganas.

Cerró el cartel Sebastián Rengel y no tuvo suerte con el flojo eral que le cupo en suerte, por lo que su actuación fue breve, ganándose una ovación del respetable que comprendió las escasas opciones.

Al concluir el festejo, María Jiménez y Domingo Valderrama fueron paseados a hombros por algunos aficionados como muestra de la satisfacción que sus respectivas actuaciones habían dejado entre el público, aunque sus compañeros de cartel también supieron dejar algunos recuerdos estimables en la mente de los que habían tenido la oportunidad de contemplar sus maneras de concebir el toreo.

NUEVO TRIUNFO DE EMILIO SILVERA (30-Julio-1985)

Para el inicio del abono colombino se anunció una novillada en la que la base del cartel era el local Emilio Silvera que actuaría junto a un Joselito que venía arrollando con fuerza y con el cordobés Rafael Gago que tenía cierto cartel en las plazas andaluzas.

En los carteles figuraba una novillada de José Luis Martín Berrocal pero, finalmente, fue reemplazada por otra de Luis Algarra Polera. Mal el cambio por cuanto se trajeron unos astados demasiado terciados y ante los que careció de emoción todo lo que hicieron los actuantes. Además, todos los animales acusaron escasez de fuerzas por lo que algunos rodaron en demasía por la arena entre las protestas del respetable. En definitiva, que el cambio de ganadería no fue acertado y, a la postre, el público se quedó sin oportunidad de haber podido disfrutar con la disposición de los tres novilleros, quienes, ante las adversidades del ganado, tuvieron que recurrir a la entrega para intentar llegar a los tendidos que, en esta ocasión, registraron una más que aceptable entrada de espectadores que, al final del festejo, mostraron su enfado por las reses que habían ido saliendo de los chiqueros.

Abrió plaza José Manuel Arroyo Joselito, quien fue aplaudido en las verónicas de recibo y en el tercio de banderillas, antes de que el animal acusase su falta de fuerzas que le impidió el lucimiento con la muleta. Al otro lo recibió con dos largas cambiadas y estuvo con ganas con los rehiletes; después de iniciar el trasteo rodillas en tierra, el madrileño se encontró falto de la colaboración de su oponente y todos sus deseos se fueron diluyendo. Paseó el ruedo para corresponder a la fuerte ovación.

Había ganas de ver de nuevo al novillero local Emilio Silvera. Pero tampoco tuvo enfrente enemigo alguno en el primero de su lote, por lo que apenas pudo lucirse entre la frustración de sus seguidores, que quedaron muy desencantados por las condiciones del novillo. Con el quinto, un animal que tuvo algo más fuerza, pudo lucirse el onubense en una faena con ambas manos, en las que cuajó algunas series de gran interés pero la estocada desmereció su labor. Le fue concedida una oreja pese a la insistente solicitud de las dos y, al no otorgarlas la presidencia, el novillero, con feo talante, despreció la entregada, arrojándola al suelo y pasear el anillo con albero en sus manos mientras el público abroncaba a la presidencia por la decisión adoptada.

Tampoco tuvieron muchas fuerzas los novillos que correspondieron a Rafael Gago. Sus ganas, en el primero de su lote, se vieron apagadas por las condiciones de la res, por lo que sólo pudo pasear el anillo gracias al apoyo de los muchos paisanos que le acompañaron en esta actuación. En el que cerró plaza tampoco encontró muchas oportunidades de lucimiento debido a las condiciones de su oponente, pasando con más pena que gloria, sin que quedara nada de su actuación en este novillo.

Poco sabor dejó esta novillada en la que los intereses de los novilleros dejaron a los espectadores sin material idóneo para la complacencia.


Vicente Parra

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