lunes, 4 de enero de 2010

El año de Malandar

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El año de Malandar.
Os prometía la crítica de otro libro, leído estas navidades, más bien devorado, poco taurino aunque tiene su ramalazo.Toca dos temas que me apasionan, el Coto de Doñana y la historia de España. Aprovecho para colgar fotos del coto que hice en la última saca.
El almonteño Juan Villa da muestras de su maestría en las artes de la narración, de su versátil personalidad  de autor comprometido, capaz de la  paciente labor de hormiguita recolectora de argumentos que se recaban en toda una vida de cultura y estudio y de la brillante capacidad de la cigarra contadora de historias con verbo fácil y prosa subyugante.
Pergeñado a base de pequeños capítulos con formato diverso, cartas, narraciones, leyendas…, lo que facilitará la lectura del neófito. La historia es todo lo simple y todo lo compleja que los eternos temas universales permiten, el amor, la naturaleza, la política, los ideales, las bajezas, las grandezas, el sexo, las contradicciones de la propia esencia humana y el pasar por la vida llenando nuestros serones de las más diversas y extrañas experiencias vitales.
Se recrea el autor en Doñana, desciende al detalle, da datos, enumera lugares, analiza formas de vida, habla de mi añorado Hatovilla, (Hato de Juan Villa, pariente seguro del almonteño escribidor de esta historia) y donde duerme mi tropa en la Saca de las yeguas.
Pasan por la novela formas de vida, caracteres,  hechos, leyendas y ante todo, se cuenta con maneras de antropólogo y buena literatura una forma de vivir, de hablar (tan lejos del tópico como de la cursilería), de sentir y de palpar la naturaleza que sólo se puede sentir en ese entorno mágico que es el Coto y sólo puede contar quien ha crecido con el privilegio de sentirse parte de semejante explosión de sensaciones.
Pero el ansia universal de las pequeñas cosas trasciende a la historia de cada día y el escritor se hace eco del ruido de lo que pasa en Madrid, donde todo pasa y nada pasa si no es en el foro. Los convulsos momentos del nacimiento de la segunda república y la agonía de la atemporal monarquía borbónica de los años 30-31 del pasado siglo, se relatan a través de una continua correspondencia epistolar de carácter documentalista con ribetes literarios, entroncada en el pasar diario de un joven teniente de carabineros desterrado por causas políticas en el puesto de Malandar, con vistas a Sanlucar de Barrameda y espacios abiertos hasta Almonte, Matalascañas. Torre Carboneros….
Tratamiento sensible de los paisajes, el referente histórico desde el destierro anhelante de noticias y por último, un exquisito y profundo tratamiento de la realidad psicológica de los personajes, mejor tratados los trazos gruesos de los secundarios que los detalles de los presuntos protagonistas. Por que mucho me temo que el verdadero protagonista de esta historia es el cosmos propio del Coto de Doñana, el de una época histórica y el eterno que duerme en la memoria colectiva de sus vecinos; el resto son argucias para entretejer la trama.

Desde una postura abiertamente maniqueísta, en lo político que no en lo personal, en el haber del ya consolidado autor, el hallazgo de una bonita y personal forma de contarnos cosas de la tierra de sus ancestros, de sus inquietudes, de su acervo vital dentro de una historia bien trenzada y con suficiente variedad de redes como para enganchar al lector de best sellers y al más delicado de los sommeliers de la buena literatura.

Lejos de ecologismos de salón y pancarta, estudiar, recrear y hacernos enamorar de ese mágico espacio real de dunas, marismas, asentamientos humanos que se pierden en la niebla del tiempo y naturaleza pura es la mejor forma de luchar por lo que amamos.

Y eso, amarlo y contarlo, Juan Villa, almonteño que escribe para si mismo, sabe hacerlo de fábula.

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Haciendo hilo

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