viernes, 26 de diciembre de 2008

Charleta con un torero.

Charleta con un torero.
Se aceptan apuestas sobre el personaje misterioso.

Hay sorpresas que el destino te tiene reservadas y ,claro, por su condición de tal no esperas, ese es gran parte de su encanto. Domingo por la mañana, salimos de casa temprano con idea de que a mi Manolito le de un poco el aire y monte a caballo un rato, los cabales, mi hijo, un amigo y el firmante. Desayuno con calentitos y buena compaña, placer de conversación de amigos, aguardiente “rebajaito” y al toro, que diga al caballo.

Camino de Trigueros a San Juan, vemos al pie de la carretera un solitario paseante tempranero y afanoso, largo el paso y postura de pensar andando, tiene buena vista mi colega y descubre en el paseante a un matador de toros, ¡anda Javier mira quien es! Al bajar del coche me estremezco, un matador de toros y de los grandes, de los buenos de los pocos a los que he tenido la suerte de ver levitar en una plaza, hijo de…, sobrino de…., hermano de…. Serio, artista, valiente, triunfador en Madrid y Sevilla, la mejor faena de Huelva de los últimos treinta años es suya…Nos conocemos someramente, alguna presentación hace años, algún callejón…pero su saludo es afectuoso, será por la fechas, o por que me respeta, o por que su carácter es cariñoso y humilde desde que lo mamó en la casa madre.

Ser torero no es una condición que se adquiera por gracia de ponerse delante o tomar una alternativa, hay quien ha matado mil toros y no es ni será torero, hay quien ha estado en esto diez minutos y hace gala de la impronta que distingue. Quien hoy nos ocupa es torero. Doy pistas, es sevillano, ha salido a pasear desde la casa de los padres de su mujer. La soleada mañana de invierno es un regalo, nuestra conversación fluye del caballo a la escopeta, aficionado a la cuelga y los galgos, su humildad le hace decir, “como mi padre, tengo las dos aficiones, pero como yo siempre he sido más flojito que él en todo, me gusta más la cuelga, es más tranquila, menos esclava…, él era más de los galgos” Por cierto ¿y el maestro, tu padre, como anda?. Bueno, no ve y eso lo mata, es una pena, la cabeza perfecta, hoy cumple 87. Su padre es uno de los grandes, de los más grandes, de la época de Manolete, de Luis Miguel y Ordóñez y luego Curro y ..., de los que siempre salen al decir diez nombres de toreros, alternó con todos y siempre salió con bien del embroque.

Recuerdos de faenas, te ví con Curro de novillero una tarde que cortaste dos orejas en Osuna ¿puede ser?, que lío formaste la tarde de Huelva, te vi la última miurada de Sevilla, por ahora…. Que mala suerte tu hermano, lo del ojo, el placer de la charla se prolonga, repasamos el toreo actual y el “de entonces” el campo actual y el de antaño…., recordamos tardes, hitos taurino y vuelta a lo personal, al campo, "Vendimos la punta de ganado que tenía mi padre, ahora solo labor y lo manso".

Por allí anda el prenda de mi niño, lo llamamos, para que de un beso al matador, cumple y con esa manía de los padres y los tíos, que haga la gracia el niño. Pregunta el tito:
- Niño, ¿tu a que juegas cuando sales del cole?
La respuesta es inmediata.
- Al fútbol.
- No pero además de la pelota, yo te veo jugar a otra cosa ¿a que juegas niño?.
- Al fútbol- responde pertinaz el niño que no está gracioso en la primera mañana del invierno.
- Niño, que yo te veo con una muleta que te hizo Paco Felix y una montera que te trajimos de Castellón.

La mirada desde la altura que dan los cinco años del niño es de cansancio, le da igual el matador, los juegos y las gracias, lo que quiere es seguir jugando con dos perros con los que ha amigado y contesta, altanero y resignado:
- Torear no es jugar, cuando salgo del cole toreo.-¡ Hizo la gracia!
Se va corriendo a seguir tirando piedras para que los perdigueros las traigan.

Pepe Luís suelta la carcajada, el niño nos ha dado una lección, ese es mi concepto, piensa, torear no es jugar, no es hacer un paripé, con los Miuras no se hacen tonterías, en Sevilla, pamplinas las precisas y ante el toro que no me llena, me quito, abrevio y a otra cosa.

Pues eso a otra cosa, lo dejamos en su paseo de vuelta, es un hombre sencillo, educado, encantador, humilde, solitario, campero, noble, fiel a sus principios y sus amigos, siente el toreo, ha matado las duras y las cómodas, hijo de Pepe Luís Vázquez Garces, triunfador en la vida y enamorado. Un torero feliz. Una mañana de feliz sorpresa.

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